Heriberto Genis
Marisol Monroy Rocha
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Teoría del Arte III
Entre lo real de una calle previamente escrita y delineada por
ángeles, está presente la rutina y
el hastío del caminante que no puede evitar mirar la repetición de su propia
realidad, del camino de asfalto, cuadrando y predecible.
El caminante se mueve por razones que desconoce, no es conciente
de que él mismo es el autor de la calle, sólo sabe que camina, su conciencia
del trayecto está de más ya que su contemplación esta arraigada a la percepción
de su espacio mental.
Muy rara vez el caminante es sorprendido por la calle que él
escribe con cada uno de sus pasos, como aquel autor que contempla ecuánime e
inmutable a su obra.
La calle no es portadora de sorpresas sino al contario, es parte
de las reglas diseñadas socialmente, y que “cuidan” al peatón guiándolo por el
camino donde debe ir.
La calle esta diseñada para mostrarte tu aquí y tu allá, es un escenario
que te muestra donde estás parado y donde estarás en un futuro, es por esto que
la calle te brinda seguridad. No es un medio de acción es un medio de paso que
nos da una leve sensación de presencia, ya que nos da la capacidad de vincular
un momento con el siguiente.
Edmund Husserl, comenta lo siguiente: “tanto nuestras expectativas ante el momento que está por venir, como
la memoria del que acaba de pasar, forman parte de nuestro sentido del ahora”
¿Qué pasaría si el caminante tiene la experiencia de su propia presencia
como visitante en el espacio que el generó.. ?
Es aquí donde surge la necesidad de generar una intervención en el
espacio público que haga que el peatón (espectador) se vuelva consciente de su
presencia en el espacio así como las percepciones de su entorno.
“A partir de ésta mirada que de alguna manera recae sobre mí, del fondo de
este espacio virtual que está del otro lado del vidrio, vuelvo sobre mí y
empiezo a poner mis ojos sobre mí mismo y a reconstituirme allí donde estoy” (Foucault, De los espacios otros)
Esta es la premisa de nuestro proyecto titulado “Entre lo real y
el espejo” el cual comienza con la búsqueda de un espectador ausente y un
espacio predecible, tratando de unir al espectador con el espacio y a la
inversa.
Por ende se recurrió a un material que permitiera la unión de los
espacios, tanto el físico como el virtual[i], llegando a la utilización de un
material reflejante que es capaz de funcionar como espejo permitiendo la unión
de múltiples espacios.
El caminante
cabizbajo verá reflejado en el suelo su propia figura, así como las condiciones
climáticas y espaciales de las calles poblanas que influirán en esta percepción
del reflejo. Si fuera de otra forma y el espectador decidiera evitar estos
reflejos de luz y de imágenes, de igual forma la intervención se activaría a
partir de la negación, generando nuevos recorridos en el itinerario del
caminante.
Tratando de ubicar el material en un espacio conveniente, que se
prestara para la ubicación de los “espejos” sobre el suelo, elegimos una calle
del centro de Puebla, teniendo en cuenta las cuadraturas creadas por el adoquín
característico de ahí, para generar
una composición a partir de éstas.
La calle se eligió respecto a sus cualidades de ambulantaje en el
centro de Puebla. Todos somos ambulantes en constante movimiento, todos nos
movemos por condiciones conocidas o ignoradas.
El momento en el que el peatón se percata de su reflejo se vuelve
conciente de su presencia, activando espacios que están más allá de lo real, ya
que reflejan la realidad, pero esta realidad carece de profundidad y espacio,
es solo un reflejo.
Imagina si caminas por la calle y de repente te percatas del movimiento
de las nubes en el suelo, así como de tu propio movimiento a través de una
realidad etérea que contrasta fuertemete con la realidad dura y gris del suelo.
Este trayecto se puede comparar con lo que John Dewey afirma que
es una experiencia, ya que consta de un principio y un movimiento particular
que te lleva a un fin.
A este movimiento se
le imprime un sentimiento en particular que se genera en el plano emocional
ante la sorpresa de encontrar reflejos inesperados en el suelo, una mera
percepción contemplativa de un presente, donde posteriormente pasa a ser
apropiada a partir de la reflexión, así el espectador se percata de su
protagonismo en los múltiples espacios de la ciudad y los detalles
imperceptibles de un caminar rutinario.
Retomando la idea de los situacionistas en especial el hombre que
está a la deriva (derivé)[ii] en el intento de romper la cotidianeidad
que nos mantiene en un letargo, se relaciona con el intento generar una
sorpresa a través de los juegos de la luz, color y la ubicación de la persona a través de reflejos
instalados.
En el recorrido que se genera está presente el tiempo, ya que éste
tiene una duración específica. El tiempo también se encarga de construir una
relación entre pasado y futuro los cuales devienen en la generación de un
presente.
El tiempo contribuye en gran medida a los cambios de las
percepciones del espectador, también configura la contemplación de su reflejo y
el del espacio.
“El andar afirma, sospecha,
arriesga, trasgrede, respeta, etcétera.. las trayectorias que “hablan”. Todas
modalidades se mueven, cambiantes paso a paso y repartidas en proporciones, en
sucesiones y con intensidades que varían según los movimientos, los recorridos
y los caminantes.”
(Certeau, Andares de la cuidad)
(Certeau, Andares de la cuidad)
A lo largo del trayecto, el espectador construye su propio reflejo
activando el propósito de la obra, a menos que el caminante se niegue a
contemplar sus propias pisadas evitando ser reflejado.
“La historia comienza al ras
del suelo, con los pasos. Las variedades de pasos son hechuras de espacios.
Tejen los lugares. Los movimientos peatonales forma un sistema real cuya
existencia le hace efectivamente a la cuidad". (Certeau, Andares de la cuidad)
Sin embargo el evitar un reflejo
genera un recorrido, activando la instalación. Evitar un camino conlleva a
generar otro. Con esto se pone en claro el papel del caminante como generador
de un recorrido
La visón de Dios es tener un perspectiva diferente, según Certeau,
donde se es capaz de contemplar la ciudad como alguien ajeno a ella. En el
momento en que el peatón es capaz de visualizarse a él mismo junto con el
entorno, se genera un posibilidad de visón ficticia; el espectador ordinario
esta incapacitado por sus condiciones físicas a tener una visión completa de su entorno y de sí mismo en él.
Esta intervención genera con palabras de Certeau (una visión de
Dios), ya que se genera una visión alterna, se genera una mirada utópica del
espacio.
Las utopías en el espacio según Foucault son los espacios que no
existen como tal, son espacios virtuales que se abren a partir de un superficie
bidimensional como en el caso del espejo el cual refleja una realidad virtual a
partir de un plano.
“El espejo es una utopía, porque es un lugar sin lugar. En el espejo, me
veo donde no estoy, en un espacio irreal que se abre virtualmente detrás de la
superficie, estoy allá, allá donde no estoy, especie de sombra que me devuelve
mi propia visibilidad, que me permite mirarme allá donde estoy ausente” (Foucault, De los espacios otros)
Es de esta forma que nos decidimos a experimentar
en el espacio público, generando reflejos que lleven al espectador a una
reflexión profunda del espacio y de su propia presencia inmediata, así como de
la relación que tenemos con la ciudad la cual, sin los transeuntes esta
simplemente no “es”.
[ii] Derivé del
francés que significa: Desviarse
alguien o algo de la dirección o del camino original.
Bibliografía:
ELIASSON
Olafur, Leer es respirar, es devenir, Barcelona: editorial Gustavo Gili, 2012
FOUCAULT
Michel, De los espacios otros, Conferencia dicada en el Cercle des études
architecturals, 14 de marzo de 1967, publicada en Architecture, Mouvement,
Continuité, n 5, octubre de 1984. Traducida por Pablo Blitstein y Tadeo Lima.
CERTEAU
Michel, La invención de lo
cotidiano, Mexico, DF: Cultura
libre,
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